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Cuando uno visita la exposición sobre quinceañeras del Museo del Valle de Yakima, la primera cosa que encuentra es un par de tenis Converse de color verdeazul. Las palabras “mis quince” están escritas a un lado al estilo grafiti. “Justo aquí tenemos a Yakima”, dijo Yesenia Navarrete Hunter, profesora en Heritage University en Toppenish, Washington, quien organizó la exposición. Durante una quinceañera tradicional, la cumpleañera cambia sus zapatos de dia por unos tacos para demostrar su transición a ser mujer. Nalya Marquez, la sobrina de Navarrete Hunter, usa los tenis como sus “zapatos de todos los días” en su quinceañera del 2017.
Navarrete Hunter creció en el Valle de Yakima, una región agrícola al centro de Washington donde los latinos han vivido, trabajado y echado raíces desde 1930. Navarrete Hunter estudia su historia cultural y le interesa saber cómo diferentes generaciones usan tradiciones como las quinceañeras para cultivar un sentido de pertenencia.
En América Latina, la fiesta quinceañera se celebra cuando una joven cumple 15 años y tradicionalmente incluye una misa católica y una celebración extravagante. Si bien el origen de la quinceañera no está claro, se piensa que comenzó en México y es posible que tenga raíces en las celebraciones de paso a la adultez de los aztecas y los mayas. Sin embargo, durante su investigación, Navarrete Hunter no encontró evidencia de orígenes indígenas aunque los jovenes en varias culturas pasan por ritos de iniciación alrededor de sus quince años. Lo que está claro es que la quinceañera ha sido influenciada por prácticas coloniales de España y Francia, y siempre ha llevado consigo una carga patriarcal, heteronormativa y cisnormativa. Sin embargo, todo eso está cambiando.
Antes la celebración señalaba que una joven estaba disponible para el matrimonio, pero “ese no es el mensaje que mandamos ahora”, dijo Ashley Zarco, estudiante de Heritage University, quien ayudó a organizar la exposición.
La quinceañera ha sido influenciada por prácticas coloniales de España y Francia, y siempre ha llevado consigo una carga patriarcal, heteronormativa y cisnormativa. Sin embargo, todo eso está cambiando.
Además de sus tenis, Marquez prestó al museo su vestido, un traje verde y reluciente con una falda que se asemeja a olas que se rompen en la playa. Otras 14 mujeres contribuyeron recuerdos de sus quinceañeras a la exhibición, la cual incluye un arcoíris de vestidos cubiertos de joyas de los 1970 hasta el 2020, una variedad de zapatos, rosarios, cartas, ramos y también otros recuerdos. Mediante estos objetos y sus historias, la exposición muestra la evolución de las quinceañeras en el Valle de Yakima y cómo los jóvenes se expresan y encuentran su sentido de pertenencia.
La foto más antigua de la exposición fue tomada en 1967. En la imagen, tres mujeres en trajes sencillos celebran una quinceañera frente a una casa de madera. En aquel entonces, la mayoría de los trabajadores migrantes en el valle se quedaban en viviendas temporales que Navarrete Hunter describe como “estructuras impermanentes”. Ella comentó que las familias migrantes en Yakima establecieron un sentido de pertenencia en un lugar extraño a través de tradiciones como la quinceañera. Con el tiempo, la tradición ha cambiado. “En algún punto en los últimos 30 o 40 años los jóvenes empezaron a hacerse cargo”, dijo Navarrete Hunter. Por ejemplo, Madeline Alvizo Ramirez, artista y maestra que vive en el Valle de Yakima, recuerda que cuando celebró su quinceañera, su sastre insistió con que ella llevara un traje blanco y modesto. Pero Alvizo no dejó de subvertir las normas tradicionales: pagó por su pastel con dinero que ganó cosechando espárragos y, el día de la celebración, se peinó y maquilló al estilo chola. “Fue una quinceañera gángster”, dijo Alvizo, riendo. “Vinieron todas mis homegirls”.
La religión sigue siendo una parte importante de muchas quinceañeras, pero hoy en día algunas jóvenes eligen distanciarse de este aspecto o incluso lo omiten. La celebración también está cambiando, dice Navarrete Hunter. Madres y abuelas a veces asumen el rol paterno en tradiciones como el baile padre-hija y el cambio de los zapatos. “Hay muchas maneras de descentrar el patriarcado en una quinceañera”, agregó. A lo largo de las Américas, los jóvenes están subvirtiendo tradiciones. Las personas queer y trans están adaptando las costumbres de la quinceañera, y variaciones como la cincuentañera, una celebración para mujeres de 50 años, son cada vez más comunes.
Ruby Gutiérrez, una joven recién graduada de secundaria quien celebró su quinceañera en 2022, eligió tener sólo hombres, o chambelanes, en su corte, la cual suele incluir tanto mujeres como hombres. Su vestido era especial: tenía luces cosidas en la tela del traje, y Gutiérrez literalmente iluminó el lugar. “Hicimos lo que ella quiso”, dijo Rosa Gutiérrez, la madre de Ruby. “Lo más importante era que ella disfrutara de ese día”.
Las comidas y bailes tradicionales siguen siendo parte integral de las quinceañeras, más a menudo representan una mezcla de culturas. Por ejemplo, Gutiérrez y sus invitados escucharon música de tres géneros: Banda, Norteño y Mariachi. Algunas mujeres bailan reggaetón o canciones pop. El baile sorpresa, durante el cual la celebrada cambia su atuendo y baila con su corte, podría incluir un baile en línea o una coreografía inspirada por TikTok.
“Fue una quinceañera gángster. Vinieron todas mis homegirls”.
La quinceañera es una oportunidad para que la familia de la cumpleañera demuestre su apoyo y su amor, dijo Diana Aparicio, una planificadora de eventos que asiste a quinceañeras casi cada semana. Ella recuerda que su madre trabajó horas extra cosechando manzanas y peras para pagar por su quinceañera. Otras mujeres también dijeron que sus familiares trabajaron duro para poder celebrarlas como quinceañeras. Es común que tíos, padrinos y primos ayuden de alguna manera. “Las familias muestran su amor armando todo eso para ti”, dijo.
Todas las mujeres que hablaron conmigo enfatizaron la importancia de su celebración quinceañera, no sólo para si mismas, sino para sus comunidades. La celebración fortaleció sus vínculos sociales. Alvizo Ramirez fue la única en su grupo de amigas que tuvo una quinceañera — las fiestas son costosas y no todas las jovenes pueden pagar por ellas. Pero sus amigas apreciaron poder participar en la celebración. “Fue un honor tener esa experiencia”, dijo Alvizo Ramirez. “Reconozco el valor que trajo a mi comunidad”.
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This article appeared in the November 2024 print edition of the magazine with the headline “Stepping out in high-tops.”